DIRIGIRLO
TODO A DIOS,
COMO A ÚLTIMO
FIN
Hijo,
si desea ser dichoso de verdad,
Yo debo
ser tu supremo y ultimo fin. Con este propósito se purificara tu deseo que
muchas veces se inclina torcidamente hacia si mismo y hacia las criaturas.
Si en
algo te buscas a ti, pronto desfalleces y te paralizas. Todo atribúyelo únicamente
a mi, que soy el que lo ha DADO TODO.
DE MI
SACAN AGUA VIVA, como de fuente generosa, el pequeño y el grande, EL PODRE Y EL
RICO, y los que me SIRVEN desinteresada y libremente recibirán GRACIA TRAS
GRACIA.
Pero el
que quiere buscar su GLORIA fuera de MÍ, o deleitarse en algún bien terrenal,
no será confirmado en la verdadera alegría ni tendrá GOZO en su CORAZÓN porque padecerá
múltiples obstáculos y angustias.
Por este
motivo no debes gloriarte de ninguna obra BUENA, ni atribuir las virtudes a
ninguna persona, sino referirlo todo a DIOS, sin el cual nada tiene el hombre.
Yo lo
di TODO Y TODO quiero que me sea devuelto y, con todo rigor, exijo que se me
den las debidas GRACIAS.
Esta es
la verdad con la cual se ha de destruir toda vanagloria. Y si la gracia
celestial y la caridad verdadera entraran en ti, no tendrías envidia alguna ni
el egoísmo ocuparía tu corazón y así te verías libre del amor propio. La caridad
lo vence todo y ensancha todas las fuerzas del alma.
Si todo
lo anterior lo entiendes bien, en mi solo te alegraras y en mi solo esperarás,
porque nadie es BUENO SINO SOLO DIOS (Lc 18,19) que debe ser alabado y bendecido
en todo y sobre todas las cosas.
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